viernes, enero 20, 2012

Entre paredes y hormigón

En una era para cuyo nombre todavía pecamos de la ausencia de la perspectiva de la historia, conglomerado caleidoscópico pero sin gracia ni arte, donde las simetrías que buscamos son como ocasionales destellos en la distancia y donde mientras proseguimos en la ardua tarea de definirnos a nosotros mismos.

En esa búsqueda que evoca el ideario del prestamista de sueños que persigue pero no encuentra - porque no sabe - y también quizás porque los viejos ideales han muerto y los nuevos aun no han nacido.

Entre paredes y hormigón, destellos de verde atrapado, fatua lucha que conduce a algunos al éxito y a otros a la locura, pero esa locura post, desprovista de toda imagen de película de principios del siglo pasado, donde la locura se alcanza quizás por entender demasiado y no poder demostrarlo. Ahora la locura se trata, se anota y yace en el frio juicio de aquellos que desdeñan porque no tienen tiempo para otra cosa, porque lo aprisionan, como aprisionamos lo verde; paredes y paredes, cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa, y una cosa para comunicar entre sitios, porque en el statu quo bajo el que vivimos lo reglamos todo, lo escribimos todo, lo juzgamos todo y haciéndolo nos desdibujamos de todo para quedarnos solos - aunque estemos acompañados - en nuestro cubículo, entre paredes; cada cosa en su sitio y nosotros en el nuestro, porque mucho mas temprano que tarde descubrimos que lo tenemos y que este ha sido puesto ante nosotros por aquellos que nos han precedido.

Me produce gracia como algunos que poseen la sabiduría de la edad, nos envían el acuse de recibo, donde la juventud, como es nuestra, nos hace responsables de todo y verdaderos agentes del cambio. Nos enviaron la bandera, que teníamos que levantar - y parece que siempre tendremos - de solucionar todo aquello que parece perdido en el mundo y para lo que no se sabe como solucionar. Aunque se atenúa una solución, pero cual y como - quien sabe - porque esta es la nuestra.

Y yo me pregunto, si la solución esta tan clara, si tan prontamente deberíasenos ver prodigando en andanzas y movilizaciones y simbólicas experiencias provistas de significado, como una marcha hippie en los 60, en una suerte de protesta alucinógena donde el mundo quedara de soslayo anonadado por tan ejemplar demostración, ¿no sea quizás mejor que los mismos que nos lanzan la piedra no escondan su mano, no renuncien y también se hagan responsables? Porque nos hablan de ese ideario - de idealista - donde los principios son la puerta del cambio - que se supone siempre a mejor claro - y he aquí la ironía, que luego esgrimen el peso de su edad para indicarnos que por eso nos toca. Sean ustedes tan valientes como nos pretenden y tan idealistas y cojan sus principios - esos que nunca mueren, de los que al parecer carecemos de forma efectiva - y hagan ustedes su propia lucha, a ver si para mandar tenemos edad y para luchar en clave de eterno, de ideal, nos pesa ya la edad.

Y se trata de otra ironía, porque los jóvenes tenemos - lo que de nuevo es otra casilla, otra pared, donde somos el cajón desastre del mundo que heredamos de aquellos que han vivido todo este tiempo en el y ahora se quejan de que no hagamos nada para remediarlo porque nos toca. Y no tenemos nada, tendremos todos o tendrán los que quieran, pero tener, no tenemos nada.

Así que ahí andamos, entre paredes y nosotros - los jóvenes, ahora - el arbolillo verde atrapado en sus aceras. En esta era en este tiempo, y se nos dice, pero todavía quiero ver que aquellos que tanto dicen digan menos y hagan más.

Luego están los que miran para otro lado, porque con ellos nunca va la cosa. Estos son los peores de todos, como los que no pagan impuestos iguales, porque estos no dicen nada pero luego se quejan. No se si es que quizás no entienden, no quieren entender o simplemente pasan. Pero mira, no es tan difícil, se dice oye a mi arreglarme el mundo que yo no quiero tocarlo y ya esta.

Así que arraigados en el desarraigo de buscarnos entre nosotros a ver quien liga, ese momento donde se cruzan las miradas y nadie se queda mirando a otro más de 2 segundos, porque ya seria demasiado. Claro si es que no nos conocemos y si miramos tanto se vuelve muy personal, muy intenso... ojos que queman.

Y como balas perdidas, pero entre la prosaica de la híper o meta o cualquier prefijo que indica que lo hemos pasado ya todo... fíjate, que a mi me da la impresión que esto en realidad quiere decir que pasamos de todo. Ya de entrada pasamos de buscar una palabra nueva que recurrimos al prefijo. Bueno es que todo es un cuasi en este tiempo; ¿dije árbol? pues arbusto, arbóreo, zona verde o aquello que esta delimitado entre zonas grises y es distinto... esa es la otra.

La otra marsupial definición-tras-los-hechos que nos encontramos, donde como todo encasillamos, lo mismo hacemos con la gente. Este es de esto, ese de aquello, aquel de lo otro y alguien me mira y me dice - pero si solo son diferencias - ya, pero las necesitas para hacerte un cajón y meterles dentro. Y un cajón es para cerrarlo, porque esta en un mueble que cuando te va bien lo abres y cuando no, pa dentro.

Lo suyo es decirlo que también es cierto, que si el cajón es de abedul me gusta mas porque huele a pino y eso me provoca una agradable sensación por dentro. Aleteamos para subir, como si no hubiéramos aprendido nada de Da Vinci, a ver si mas arriba nos toca un cajón mejor, o quizás sea como en los muebles que el cajón de más arriba es el que se tiene más en cuenta - aunque solo sea porque se usa más, se le atiende más.

Y te miro, y no te conozco, pero somos tantos que si no me gustas miro a otra cosa, quizás incluso no miro a nadie, veo idearios andantes de esos que nos dejáis, donde ya el mensaje es físico y Dios gracias; espera que es cosa nuestra... ¿pero nos estáis vacilando o qué?

Luego están los que me dicen que escritos tan largos - mala idea. Claro, cojamos la dosis de salchichas donde el pack de cinco viene no con seis o con cuatro, sino con cinco. La medida de las cosas, que tenemos, que encontramos, todo en su justa medida y los cajones, de igual tamaño. Porque ¿nadie quiere tener un cajón del tamaño de un armario verdad?

Pero yo no soy mejor que ninguno tampoco - esa es la gracia. Es solo que me siento platónico y veo guardianes, artesanos y filósofos. Creo que tengo un poco de todo, pero desde estas líneas - lo reconozco - lo mio es mas el ser filosofo. Es que esos mandan y no mueven el culo.

Pues bueno, encendamos un poco de incienso y evoquemos al peregrino que llevamos dentro y que recorre cual Quijote todas las correrías por nosotros. Es un tipo fantástico, a veces hasta lo somos nosotros mismos. Y a cambiar el mundo, no porque se pueda, sino porque  ¿no tenemos nada mejor que hacer verdad? Es que estamos todos dentro, conectados como internet, pero cada uno por su lado.

Sabéis, mi sueño es otro. En el afán de millones de reptar armario sube, tanto tienes, mira mira que es lo mismo y el mítico que es nuevo porque sino no lo seria. Donde me enciendo y me apago, donde luchamos con espadas, a ver quien la tiene... mas afilada, donde dormimos el sueño de la razón, donde nos erigimos en Dioses y vete tu a saber que algunos me postulan que todo es para una suerte de Ascendencia con mayúsculas y casi subrayado porque claro sino que sentido tiene... donde me miran, y veo, y veo que me miran y miro y me ven y me pregunto si me miran mas o menos o lo justo, donde me dicen y oigo pero no escucho porque ya esta todo dicho antes de empezar y todavía alguien me sorprenda y no me diga nada... post decimos, ¿pero es que siempre hay algo después? ¿y lo siguiente? inventaremos notación decimal para las épocas en plan es la tera-contemporanea y cosas así. Inhíbete.

A mi darme una isla, cuatro dosis de felicidad y cinco sueños cercanos y expurgarme del materialismo que nos atenaza. Llamarme por mi nombre y si queréis no me digáis nada, yo aguanto la mirada. Y chocar la mano y en medio de tanto ruido. Y esa sea la bandera, esa la esperanza y todos tan amigos, no para no serlo, sino porque lo somos. Y a mi no me deis nada, pero seamos todos amigos. Y mira si necesitas sal y yo tengo pimienta...

¿Tengo una visión sabes? Un día, nuestros amigos arboles van a dar pasos rebeldes fuera de sus prisiones. La gente aterrorizada descubrirá - que no es poco - y verán como ese cajón de nuevo se vuelve árbol. Y toma vida y les persigue. Al final los cajones seremos nosotros, porque los arboles están cansados de tanto tiempo maltratados. Entre paredes y hormigón, pero no podemos evitar que una brizna de hierba haya brotado.

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