Y un sinfín de novedades, y como siempre el contexto que no
atrapa y encarcela. De la desdicha lo plausible y de lo plausible lo cómodo,
que si bien ninguno es víctima todos somos culpables.
Que por decirte te diría – quizás así sea más fácil – que en esto nadie se equivoca y ningúno tiene razón – si a razón atenemos.
Que por decirte te diría – quizás así sea más fácil – que en esto nadie se equivoca y ningúno tiene razón – si a razón atenemos.
En lo cómodo viene lo fácil y desde un lugar sombrío el
eterno alguacil es la esperanza que vislumbra desde cómodas alturas azul
horizonte. Perpetuo fue el error de una primera quedada de más a menos y de
sombras que se alargan. Pues el pretexto era vano, las señales apuntaban sur y
a pesar de ello fui decidido y raudo hacia la esperanza – la de encontrar
aquello que me buscaba.
Caí en el juicio de lo mundano e igualmente valido, y los
pretextos como imágenes cayeron envenenados al vislumbrar que la realidad cobra
rostro y fuerza real y cierne matiz al imaginario. Lo cibernético se
apesadumbra y se cierne el matiz de lo que uno sospecha – no es tan guapa como
pensaba, no esta tan buena – pero la ilusión persevera.
En una habitación de hotel conmigo y mi circunstancia tuvo
disputa regida el asombro y la pesadumbre. Como dos serpientes entrelazadas a
medio caballo era sinecuan la retirada. Pero detrás solo había pared psicológica;
decidí mirar al espejo para ampliar el espacio de mi certidumbre; dando cabida
cuanto menos al aspecto de lo plausible. La esperanza paso de ser un quizás a vagar
en el reino de lo factible. Porque factuos
es eterna esperanza, y la salida más fácil es siempre hacia adelante; adelante.
En el post se fraguo la tragedia de la impotencia en su
sentido retorico. Como cubo que uno sube y se vuelca consabido y en aras de un
paraguas que nunca aparece. Y se decide ser acuático pues ello ofrece
impermeabilidad por sistema aun y cuando imposible se vuelve factuos: hacia delante.
Y mucho más adelante, tras un año y medio de plausibles e
imposibles, tenues momentos de autoestima ajena, de sinceridad en lo espartano,
de insulto en lo ajeno, de búsqueda perpetúa. O quizás de lo que se perpetua de
la búsqueda. Lo fácil hubiera sido lo difícil y así lo sencillo era imaginar lo
imposible, pues con ello nuevas cotas a salvar, nuevo tiempo que ganar y el
espejo que ya solo existía en nuestras cabezas, los dos jugando a un juego
imposible, los dos de cara a la nada y el todo de vernos en el espejo de detrás
nuestro. Sabíamos que estábamos ahí, pero éramos incapaces de mirarnos a los
ojos; teníamos miedo de vernos a nosotros mismos reflejados, teníamos miedo de
ser conscientes de los hechos. Lo fácil era negar el contexto.
Y como roto en oleadas la marea de la sinuosidad
aterciopelada de sutiles fonemas que no hacia más sino que desdibujar la telaraña
de lo mundano. En una entelequia de lo plausible donde yo iba y tu venias, tu venias
y yo me iba, donde sucedía lo que nunca ocurre, donde ocurre lo que nunca pasa,
donde pasa lo que nunca sucede. Y el mar repliega sus ansias, y nosotros
contracorriente aguantamos la madeja, porque cuan somos, como de aquello.
Debimos, y quizás más yo que tú ya que siempre lo tuve tan
claro. Y quizás tu más que yo ya que nunca hablaste claro. Y quizás ninguno si
yo no hubiera empezado. Y ese es el reproche, la insoportable levedad del ser,
que uno busca ser y ligero cuando las penas pesan tanto. Y uno busca reír y que
no se lo lleve el viento. Y Destino de nuevo escrito en la arena cuando en el
fondo no significaba nada. Y el caleidoscopio que gira y dibuja en tu fuero,
desde la óptica de lo interno, sombras de colores.
Y mil y dos noches después, como si nos hubiéramos pasado
nos descubrimos una vez más a medio caballo de la verdad y la mentira, de lo
que queremos y de lo que queremos creer. El espejo oblicuo ya de tanto mirarlo,
y los albores del terremoto que sacude nuestra realidad; un gran tsunami se
acerca.
- Aquella noche, aquella gente, tu que no vienes, yo que me
voy, tu que llegas luego, yo ya me ido, tú te conformas y yo ya vuelo –
Cuando aterrizo todo son mentiras, lo mío es un juego, lo
tuyo por dentro. Y los demás juzgan, hoy lo comento. Y así me veo, que no
escarmiento. Yo ya no juego porque no
acierto.
Y un sinfín de vaguedades, y como siempre el talento que
esconde la arandela. De la fortuna lo imposible y de lo imposible lo
fantástico, que si bien nada es real, todo son realidades.
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