lunes, mayo 08, 2006

Conóceme Ahora (22/03/03)

Conoceme ahora Natalia, cuando siento brotar las lágrimas de mis ojos, cuando por primera vez en tantos años no soy capaz de fingir una sonrisa, cuando mi desesperación es tal que no espero sino hallar en estas letras algo de esperanza. Hoy a muerto una esperanza, hoy mis sueños se ahogan en mi llanto, un llanto que sólo yo podré escuchar. ¿Por que? Tantas cosas bonitas en una vida para que un amanecer soleado se convierta en otro día de desesperación. He dejado de vivir mi vida, ahora sólo pasa ante mí, y día a día me recuerda lo patético de su existencia. Porque ya nada lo vale, porque aquel amor del que me hablabas, y que no encontraste hasta Tanger hoy no me sirve de consuelo; dulce ironía, que yo lo encuentro el sábado, la encuentro el sábado, y hoy me deja. Más solo que nunca, más perdido y vacio. Yo y mi sombra, y todos aquellos patéticos sentimientos que siempren me acompañan. Ni siquiera al caer el sol me abandonan. En el ocaso, en la noche, afloran mis sueños. Y también mis pesadillas. Que te puedo decir, que quizás me conozcas mucho o quizás poco, que por saber seguro que no sabes que ya he encontrado mi objetivo de vida. Tantas palabras de sentimientos y razón, y lo único que sé es que el amor es mi única razón de ser y el sentimiento que me guía. Que lección tan triste, que el aprender sea a hostias y que uno nunca se pueda esconder. Mi esperanza no naufraga, hundida es ya; sólo espero quizás los ánimos que tu o mi primo podaís darme al leer esto. Y creo que tarde han de llegar, cuando mi único anhelo ha sido asesinado en mi mente. La conocía de muy poco, y si de flechazos hablamos, sin duda este lo fue. Iluso. Bien a creer tengo que me enamoro para siempre, siempre para darme cuenta de que no es posible. No se que cambia, no se en que cambio, pero a cada nueva negativa, a cada nueva ruptura, siento la desilusión hundirse en mis venas. Ya ves que todo aquello que pretendo que vean de mí no es nada. Porque pretender ser lo que no soy no es nada, no soy nadie así. Y puedo disimular como el que más, pero en el fondo de mí, en mi alma si es que tal existe, cada palabra, cada sonrisa fugaz o carcajada sonora, es una bana excusa para engañarme a mi mismo. Mi única razón de ser es encontrar el amor de la inocencia, el desinteresado, y he me aquí a mis diecinuevo llorando el que una niña de dieciseis me abandone. No es que sea triste, es que soy triste. Y mañana… pero ¿Qué mañana? Mañana no existe en el abismo de los sentimientos, que todo cuanto soy para bien o para mal lo soy para entregarlo a aquello que más quiero, a aquella que mas quiero. Y que cuando lo entrego, tanto en tan poco, amor en los ojos, que nada de este mundo puede levanterme, pues con ese amor se va todo lo que soy, y si se acaba, me consumo y me apago no como una vela, sino como cien mil ocasos de muerte en que la luz del sol se extinge. Y tras la luz llega la oscuridad, y con ella la tortura. Gran cosa quizás sea el olvido, que permite que las cosas sucedan y uno sea capaz de superarlas. Pero siento que estoy al borde, y que todo lo bano y material que hay en esta vida no me merece, no me interesa. Y de lo abstracto y sentimental que es aquello que me importa… ella me dice que no tiene claro sus sentimientos, que no tiene claro que me quiera, y se echa a llorar, y siento que del amor en mí ya no queda nada. No hay lágrimas en mis ojos. Un extraño efecto Doppler me envuelve, aun tardará en llegarme el dolor. No es sólo perdida, es… y duele. Más no soy capaz de llorar, me duele tanto que no tengo palabras en que escribir cada lágrima. Me ha dejado, le he dicho que era lo más sensato. Pero sensato o no, bien daría mi vida con tal de que no lo hubiera echo. Y he de decirte algo, a ti a quien te escribo, Natalia. Y a mí que quizás no lo sepa. Que yo a tí así te he querido, pero el miedo al rechazo me acobarda en lo importante, tengo miedo al no. E incluso peor, al sí para ser no luego. Pérdida, pérdida,… mi recuerdo del momento se aleja, pero la fé que yo pudiera tener no regresa. No existe manera de sacar a flote el barco que se ha hundido. Y quizás sea mejor así, otra dolorosa lección aprendida en el mundo del sufrimiento. Bienvenidos a la vida. Pasen, e intenten ser felices, más si no lo consigen… abandonen toda esperanza. Abandonense a si mismos. Y tantas como ciertas que he sabido que era la última vez de algo, ahora se que me acerco al final. Porque no cabe mucho más sufrimiento en mí, porque de aquí a quien sabe cuantas desilusiones más es posible que no vea otro amanecer. Soy fuerte, pero no tanto.Conoceme ahora Natalia, cuando siento que debo pedirte perdón no sólo a ti, sino a tantos otros e incluso a mi mismo por tanto equivocado. Conoceme ahora Natalia, cuando quizás toda la esperanza y eso tan fuerte dentro de mí ha sido diezmado. Conoceme ahora Natalia, cuando me debato entre la vida y la muerte sabiendo que esta ya me ha ganado.

No hay comentarios: